En el Día Mundial de la Salud Digestiva, que se celebra cada 29 de mayo, Victoria Ramírez Pérez del Yerro, nutricionista de Clínicas Eva, explica que: “en el embarazo que la mujer gane un determinado número de kilos no responde a caprichos, antojos y cambios hormonales. Al menos, no sólo. Durante la gestación se engorda porque se está produciendo la síntesis o formación de nuevos tejidos. Además, es necesario que se acumule grasa para asegurar el correcto crecimiento del bebé y la lactancia posterior.
Embarazo
El problema surge cuando en las revisiones periódicas la báscula va anotando una subida mayor de lo que se considera saludable. No hay una mujer igual a otra, pero se trabaja con unos baremos de incremento que eviten problemas serios para la salud de la madre y el feto.
Estamos hablando de un aumento de entre 9 y 12 kilos a lo largo de toda la gestación. En el primer trimestre se suelen ganar entre 1 y 3 kg de media, debido al aumento de reservas. Aunque, no siempre es así, aclara, ya que hay mujeres que pueden adelgazar debido a las náuseas y los vómitos que aparecen.
Durante el segundo y tercer trimestre es cuando se gana más peso, debido al mayor crecimiento del feto, de los tejidos y de los depósitos de grasa que aumentan de cara a la lactancia materna. En estos últimos seis meses se aconseja incremento de entre 300 y 500 kcal en la diarias, que deberán proceder principalmente de hidratos de carbono de absorción lenta como legumbres, pasta, arroz o patata.
Todo siempre teniendo en cuenta que se ha llegado al embarazo sin problemas de sobrepeso, que puedan dar lugar a patologías como diabetes gestacional, hipertensión arterial, preclampsia o propiciar que el niño pueda desarrollar diabetes tipo 2 y obesidad en la edad adulta. Igualmente, si cuando la mujer se queda embarazada presenta alguna de estas dolencias, el ginecólogo tendrá que ajustar bien la dieta a su paciente para garantizar el buen término de la gestación.
Si no hay problema, lo más recomendado, más que una dieta que cuente calorías es una que garantice el equilibrio nutricional. Cuando hablamos de dieta equilibrada me refiero por ejemplo a la dieta mediterránea, en la que predomina el consumo frutas verdura y hortalizas, legumbres, cereales, lácteos, aceite de oliva, frutos secos con un consumo moderado de grasas de origen animal y con un aporte de proteína de origen animal también moderado. Sin olvidarnos del consumo de agua de dos litros diarios.
Lactancia
En cuanto a la lactancia, no hay que comer por dos, ya que en este periodo es en el que la mujer gana más peso. Si se decide hacer dieta, nunca debe ser hipocalórica ni que restrinja algún grupo de alimentos.
Una dieta hipocalórica adecuada, finaliza, es aquella que es personalizada y no tiene carencias de nutrientes. Es fundamental ponerse siempre en manos de profesionales que puedan personalizar la dieta y adaptarla a cada necesidad”.