La disfunción sexual femenina (DSF) puede aparecer en cualquier momento de la vida de la mujer tras un estado de funcionamiento sexual normal. Además, adopta diferentes formas, desde la falta de deseo sexual, alteración de la excitación, incapacidad para alcanzar el orgasmo, la lubricación y/o dolor durante la actividad sexual.
Una óptima salud sexual va a influir notoriamente en la calidad de vida de las mujeres en todas sus etapas. El proceso del embarazo y del parto va a condicionar de manera muy directa tanto la calidad de vida como la salud sexual de la mujer. Se sabe que en el periodo postparto el funcionamiento de la función sexual de la puérpera disminuye, en la mayoría de los casos, de forma drástica debido a una gran diversidad de factores: los derivados del propio parto (parto complicado, parto instrumental, desgarros vaginales, etc.); cambios físicos y psicológicos (aparición de loquios, lactancia materna, cambios hormonales, nueva estructura familiar, depresión postparto, etc.); factores culturales o sociales, entre otros.
Factores a tener en cuenta
En relación con el suelo pélvico y la función sexual femenina algunos autores como Rezai concluyeron que la mayoría de las mujeres en el periodo postparto padecían algún tipo de DS, el 76,3% aproximadamente. Anteriormente, en otro estudio similar, determinaron que más de la mitad de las mujeres que participaron en su estudio (64,3%) padecieron DS durante el primer año posparto. Los problemas a nivel sexual que aparecieron con mayor frecuencia fueron los escapes involuntarios de orina durante el acto sexual, ciertos grados de prolapso, la atrofia genital, la hiperlaxitud vaginal y la dispareunia, y como consecuencia de esto, la disminución del placer de la actividad sexual tanto para la mujer como para la pareja.
Otro factor a tener en cuenta es la edad materna, pues las mujeres de más de 30 años parecen tener una mayor probabilidad de manifestar trastornos de la función sexual que las menores de 30 años, lo que puede deberse a los cambios hormonales que ocurren a medida que las mujeres envejecen, sobre todo en los niveles de estrógenos circulantes que suelen ir disminuyendo a medida que van pasando los años. Los niveles de estrógenos son esenciales para la respuesta sexual y particularmente, para la lubricación, así pues, una reducción de estas hormonas conlleva a una pobre lubricación y por consiguiente, a padecer dolor en las relaciones.
Del mismo modo que la edad materna, la paridad también se asocia a posibles alteraciones de la función sexual, e incluso otros factores poco comentados como los psicológicos. La reducción de la actividad sexual y la alta frecuencia de alteraciones del área sexual en mujeres, primíparas, sobre todo, en el posparto parecen estar relacionadas con cambios en la privacidad con la nueva maternidad y la falta de tiempo debido al cuidado del nuevo integrante en la familia. Con respecto al plano psicológico, además de los efectos en el plano físico, los trastornos del suelo pélvico predisponen a las mujeres a desarrollar problemas de autoestima, alteraciones de la autoimagen e incluso depresión. Todo ello afecta directamente la relación de las mujeres consigo mismas y con sus parejas, agravando aún más en ellas las DS.
Por otro lado, la debilidad de la musculatura del suelo pélvico provoca alteración en el flujo de sangre que transcurre por el órgano eréctil de la mujer, el clítoris, por lo que las mujeres además reportan problemas a la hora de alcanzar el orgasmo, sobre todo si la debilidad recae sobre el músculo isquiocavernoso, que es el encargado de la excitación y del logro del orgasmo. El disfrute del acto sexual aumenta gracias a la contracción genital producida en el músculo elevador del ano, cuyos músculos implicados son el pubococcígeo e iliococcígeo.
Tratamientos
Las pacientes buscan que un especialista en esta área les diagnostique correctamente y les indique el tratamiento más certero con terapias menos invasivas.
En nuestra unidad, como primera línea, aplicamos radiofrecuencia bipolar y la combinamos con otros manípulos y/o radiofrecuencias fraccionadas; en ocasiones combinamos otras fuentes de energía o de terapias regenerativas biológicas autólogas, según sea el caso a tratar, para lograr una recuperación más precoz. No olvidemos la fisioterapia y potenciación del suelo pélvico como línea estratégica basal en toda recuperación.
En la actualidad, la mujer acepta y disfruta más su sexualidad. Está más informada y tiene mayor iniciativa en el plano sexual. El sexo ocupa un lugar importante dentro de la pareja ya que es una forma de expresión, una forma más de relacionarse y de satisfacer un deseo fisiológico. No obstante, aún nos queda “batallas” que vencer para mejorar la calidad de vida de todas nuestras pacientes.