Inicio Ginecoestética Historia y tradición en enfermedades femeninas: de histéricas a hipersexuales

Historia y tradición en enfermedades femeninas: de histéricas a hipersexuales

Historia de las enfermedades femeninas

A lo largo de la historia a las mujeres se les han sobrediagnosticado dolencias y síndromes ya descartados, principalmente psiquiátricos, desde la histeria a la ninfomanía. Este retrato, publicado por la agencia de noticias científicas SINC, que vivió una edad de oro en el siglo XIX, afortunadamente se ha cuestionado y casi descartado en las últimas décadas por la comunidad investigadora.

“Nacida débil y sensible, la mujer, esta fiel compañera del hombre, merece el más vivo interés y presenta un vasto campo a las meditaciones de filósofos y médicos”. Así arranca el Tratado completo de las enfermedades de las mujeres, un texto de 1844 que pretendía ser una puesta al día de todo lo conocido por la medicina sobre las mujeres hasta esa fecha.

El ‘sexo bello’ o el ‘ángel del hogar’ fueron nombres usados por algunos científicos del siglo XIX, que apuntalaron en el imaginario colectivo la noción de ‘sexo débil’ para referirse a la mujer. “Las modificaciones físicas que constituyen las bellezas de la mujer están en razón inversa de las que constituyen las del hombre. Las facciones de su rostro tienen unas proporciones finas y agradables, sus pies son más pequeños y manos delicadas, sus brazos, muslos y piernas son más gruesos, los músculos de todos sus miembros están dulcemente demarcados con líneas ondulantes”, escribe el Dr. Baltasar de Viguera en La fisiología y patología de la mujer (1827).

La mujer histérica

García Dauder y Pérez Sedeño afirman que en el cajón de sastre de la histeria cayeron todos los “malestares producto de desigualdades de género”. Su vasta sintomatología incluía desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, irritabilidad, dolores de cabeza, pérdida de apetito o tendencia a causar problemas. “La mujer histérica estaba a un paso de la mujer ideal romántica: un ser que debía ser frágil, dependiente, pasivo, sin deseo sexual, públicamente inválido, doméstico y ocioso”, relatan.

El dañino deseo sexual

“No hay goce sano que no sea reproductivo. Los deseos culpables y dañinos los de las infértiles, las nodrizas, las prostitutas, las lectoras, las tísicas y las histéricas”, escribió en 1876 el ginecólogo, Ángel Pulido. La masturbación era considerada un “hábito funesto”, y el deseo femenino se asociaba con las clases bajas, “las primitivas de ambientes cálidos y las enfermas nerviosas y físicas”, así que se encontró un término para patologizar la libido femenina: ninfomanía.

Conforme avanzaba el siglo, se extendió la idea de que la mujer normal y sana, la madre de familia, debe ser una mujer fértil, dueña de una sexualidad moderada. Y aquí viene la siguiente referencia: la frigidez. “¿Es una enfermedad? No, lo que pasaba es que no se entendían los procesos de excitación femeninos. Ni siquiera las propias mujeres los conocían, no podían explicarles a sus partenaires sexuales lo que les gustaba y lo que no. Esto tiene que ver con una educación sexual insatisfactoria”, dice la sexóloga Laura Morán.

Curas de reposo

Este fue el remedio que aplicó el neurólogo, Silas Weir Mitchell y sus remedios fueron criticados por la escritora Charlotte Perkins Gilman en El papel pintado de amarillo (1890), un relato que describe su encierro en una habitación sin permiso para trabajar o recibir visitas: “Vive una vida tan hogareña como te sea posible, realiza no más de dos horas de actividad intelectual al día y no toques nunca más una pluma, un pincel o un lapicero”.

Otros médicos indicaban la manipulación de los genitales femeninos hasta llegar al paroxismo histérico, el orgasmo, algo que solo podían hacer ellos o las comadronas, dado que la masturbación femenina era indecente. También se aplicaron tratamientos como la hipnosis, el aislamiento o la dieta; explican en La mujer en los discursos de género, y otros tan delirantes como sanguijuelas aplicadas a la vulva, al ano y al cuello de la matriz; cauterización del cuello uterino con nitrato de plata; inyecciones de varios líquidos a la vagina, hidroterapia en forma de duchas, chorros vaginales y baños fríos o templados o electroterapia.

Hoy todas estas historias nos parecen lejanas y deshumanizadas, pero no podemos olvidar que las desigualdades en medicina siguen existiendo.

Artículo completo en: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/De-histericas-a-hipersexuales-enfermedades-femeninas-que-nunca-lo-fueron