Aunque ya han pasado muchos años del reconocimiento de la endometriosis como enfermedad crónica, para la mayoría de las mujeres continúa siendo una patología desconocida, hasta el punto de que muchas de las que la padecen ni siquiera lo saben. “Se estima que puede afectar al 10-15% de la población, con una incidencia de hasta el 40-50% en pacientes infértiles”, explica el Dr. Javier de Santiago, jefe del Servicio de Ginecología Oncológica de MD Anderson Cancer Center Madrid.
La endometriosis se caracteriza por la presencia de células endometriales fuera de la cavidad uterina (ovarios, trompas, peritoneo, etc.), que tienen capacidad de subsistir y escapar a los mecanismos naturales de defensa que deberían impedir su persistencia en estos lugares atípicos. En los últimos años se han estudiado algunos factores inmunológicos y relacionados con el estrés oxidativo que parecen relacionados con la endometriosis. De la misma manera, algunos factores genéticos pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad.
Aunque la forma de endometriosis más conocida es la que afecta a los ovarios en forma de los llamados “quistes de chocolate”, la forma más sintomática y difícil de tratar es la endometriosis profunda, que condiciona la existencia de nódulos de la enfermedad generalmente en la pelvis y provoca adherencias que causan alteración anatómica de las trompas y esterilidad secundaria.
Experiencia y conocimiento
“Si consideramos que un tratamiento ideal para una enfermedad es aquel que produce mejoría, con poco coste, con pocos efectos secundarios y efectivo a largo plazo, la endometriosis no tiene un tratamiento perfecto en todos los casos”, comenta el Dr. Javier de Santiago. “Dado que no conocemos la causa de esta enfermedad, no tenemos un tratamiento que actúe sobre el inicio de la enfermedad o pueda prevenirla”. Dependiendo de la sintomatología y localización se disponen, básicamente, de tres modalidades de tratamiento: médico, quirúrgico y las aplicadas en la reproducción asistida.
El tratamiento médico se dirige principalmente al tratamiento del dolor y prevención de la progresión de la enfermedad, y se basa en administrar analgésicos y tratamiento hormonal para la supresión de la ovulación, disminución de los niveles de estrógenos y atrofia de los focos de endometriosis. Estos fármacos son principalmente los anticonceptivos anovulatorios y los derivados de la progesterona. Existen otros, menos usados y para casos refractarios, que suprimen la actividad del ovario induciendo una “menopausia” farmacológica, pero se recomienda empezar con fármacos sencillos, con pocos efectos colaterales y de menor coste, y utilizar los más complejos y costosos en caso de intolerancia o cuando los anteriores sean ineficaces.
Otra estrategia es la cirugía, preferentemente mediante laparoscopia. Esta tiene como objetivo eliminar todas las lesiones visibles de endometriosis y restaurar la anatomía tanto como sea posible. Es muy importante que sea llevada a cabo por ginecólogos con experiencia quirúrgica y conocimiento profundo de la endometriosis. “Una cirugía inadecuada condicionará en el futuro recidivas de la enfermedad y/o los síntomas, que resultan muy difíciles de tratar y con malos resultados” afirma el Dr. Javier de Santiago. De la misma manera, el tratamiento quirúrgico inadecuado de los quistes ováricos puede producir una afectación del funcionamiento de los ovarios y problemas de fertilidad posterior, tanto espontanea como en los resultados de técnicas de reproducción asistida.