Los sofocos son el síntoma más característico durante la menopausia y resultan muy molestos en épocas de verano por el intenso calor que generan en el cuerpo de las mujeres. El invierno puede suponer también una etapa complicada, ya que después del episodio de sofoco suele producirse un escalofrío o sensación de frío que puede ser aún más difícil de sobrellevar debido a las bajas temperaturas.
El sofoco, un síntoma que sufren cerca del 80% de las mujeres durante la menopausia y que en el 20% de ellas persiste durante al menos cinco años, se produce por el descenso de los niveles de hormonas propio de esta etapa. “El déficit de estrógenos hace que el hipotálamo, responsable de la termorregulación corporal, se vuelva más sensible e inestable causando que después de los sofocos algunas mujeres sufran escalofríos o temblores”, afirma la Dra. Francisca Molero, ginecóloga y sexóloga presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). Los sofocos pueden producir un calor intenso y molesto que provoca enrojecimiento de la piel, sensación de ahogo y sudor excesivo. Suelen durar entre 30 segundos y 5 minutos y aparecer varias veces en el día y la noche, donde pueden ser más manifiestos los escalofríos debido a la bajada de temperatura tanto ambiental como corporal.
Hay una serie de factores que pueden hacer más molestos los sofocos o los escalofríos durante la menopausia en invierno. Para evitarlo, los expertos ofrecen una serie de consejos:
– Limitar el consumo de cafeína y alcohol.
– Seguir una dieta adecuada y controlar el peso.
– Vestirse por capas.
– Recurrir a un tratamiento recomendado por especialistas.
– Prevenir infecciones víricas.
Información ofrecida por: Procare Health.