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Cambios en la sexualidad y eliminación de sus mitos

La Dra. Francisca Molero es ginecóloga y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS):

¿Cómo serán a partir de ahora las relaciones personales y sexuales?

Va a depender mucho en cómo evolucione la pandemia y cuánto tiempo nos dure el miedo al contagio. Hoy ya se puede ver que las relaciones están cambiando: tenemos las distancias de seguridad, es obligado el uso de mascarilla y las relaciones esporádicas hoy son más difíciles de llevar a cabo. Las plataformas y aplicaciones de contactos, algunas de ellas solo para tener sexo, habrá que replantearlas y deberán tener cambios, ya se verá si con el tiempo son permanentes o no.

Además, el beso que es un elemento básico de interacción erótica fundamental está restringido. Esta situación, en principio, nos lleva a pensar que las relaciones de pareja estable adquieren un valor añadido.

Investigación sexual femenina

Es totalmente cierto que el conocimiento y la investigación sexual femenina está menos desarrollada que la masculina. Cuando hablamos de enfermedades en general, la mayoría de su sintomatología se basa en investigación masculina. Siempre ha existido un sesgo y una diferencia de género, aunque afortunadamente en nuestros días esto se va corrigiendo. Hasta ahora habíamos tenido pocas mujeres investigadoras y siempre se ha tenido una mirada masculina. Además el hombre tenía añadido “un valor sexual mayor”. La sexualidad femenina, y no hace tantos años de esto, no existía sino que era en “función de la masculina”.

Todos los cambios sociales, la incorporación de la mujer a la ciencia y la feminización de las profesiones sanitarias, ha llevado a aportar otro punto de vista. En sexología ha ocurrido lo mismo, cada día hay más médicas con diferentes hipótesis de trabajo. Ahora también se nos reconoce socialmente la capacidad investigadora.

Desconocimiento y mitos

Tradicionalmente a la mujer se le ha atribuido sentimientos y emociones, el cuerpo femenino era deseable para los hombres pero no existía una corporalidad social. Además, la mujer es cíclica, a causa de sus hormonas hay diferentes etapas vitales muy diferenciadas que se han valorado como sesgos de cara a resultados fiables.

Todo ello lleva a que la mujer no tiene sexualidad propia porque sus órganos genitales solo son reproductores. El clítoris que es un órgano fundamentalmente destinado al placer, no era importante y era desconocido, hasta el momento en que la mujer reivindica su sexualidad, a partir de aquí llega el conocimiento, aunque todavía hay lagunas por rellenar como los diferentes mecanismos fisiológicos o neuronales para llegar al orgasmo.

La mujer reivindica aspectos como la masturbación femenina y la generaliza, con ello, por ejemplo, se han popularizado lo juguetes eróticos y entre ellos últimamente ha destacado el succionador del clítoris debido, primero a una importante campaña de marketing y, porque ha sido una herramienta que ha ayudado a visibilizar la masturbación femenina, pero ese cambio ya se estaba dando.

A la mujer le queda todavía mucho camino por recorrer, al igual que al hombre, que tiene una excesiva corporalidad. Deben conocerse como ser sensual y sexual, porque se han olvidado emociones que tienen que ver con esta integración de ambos aspectos y de cómo se integran con sus necesidades”.