El cáncer de cuello de útero, es un tipo de cáncer totalmente prevenible. Sin embargo, se trata de una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes entre la población, ya que aproximadamente el 80% de la población se ha contagiado en alguna ocasión. En España, es el cuarto tipo de cáncer más frecuente entre las mujeres, especialmente entre las jóvenes entre 14 y 44 años de edad, según datos del pasado año.
“El origen principal de esta patología se produce por el contagio por VPH que se transmite por contacto sexual”, indican los profesionales de Procare Health. “A pesar de la alta incidencia, se trata de un virus que suele ser aclarado de manera espontánea, es decir, en la mayoría de los casos el virus desaparece, sin causar ninguna manifestación clínica. En el 90% de los casos, el propio sistema inmunológico es capaz de resolver la infección. En el 10% restante, la infección persiste, pudiendo desembocar en la aparición de lesiones precancerosas, y en última instancia, evolucionar en cáncer de cuello de útero o en el caso de los varones cáncer de ano, pene u orofaringe.
La infección por VPH suele ser más habitual en mujeres jóvenes, que mantienen sus primeras relaciones sexuales, y en mujeres adultas durante la etapa de la menopausia. Por este motivo, una de las medidas más eficaces para evitar la infección es la vacunación, considerada la primera barrera para evitar la infección. En España, se aplica a niñas entre 11 y 14 años y ha demostrado su eficacia para prevenir las lesiones cervicales”.
“En segundo lugar”, continúan diciendo, “existe las pruebas de cribado (ya sea la citología vaginal – test de Papanicolau-o la prueba de detección del VPH) que consisten en detectar tempranamente la aparición de cualquier lesión anormal en el cuello del útero, por lo que las revisiones ginecológicas son esenciales para evitar el desarrollo de cualquier afección. En este sentido, se recomienda la utilización de esta prueba a partir de los 25 años que debe aplicarse al menos hasta los 65 años”.
Prevención y buenos hábitos
Los profesionales recomiendan que, de cara a evitar el contagio por VPH y como resultado, el riesgo de desarrollo de cáncer de cuello de útero, existen algunas medidas adicionales que se pueden poner en práctica en el día a día:
- Uso del preservativo. Al tratarse de una enfermedad de transmisión sexual, el uso de métodos de barrera es esencial para evitar contagios, aunque no son eficaces al 100%. Además, se recomienda mantener unas prácticas sexuales saludables.
- Protección frente a infecciones. Cuando el sistema inmunitario está debilitado cualquier persona es más proclive a padecer infecciones, incluyendo la de VPH. Por este motivo se recomienda intentar mantenerse lo más saludable posible, a través de una buena alimentación rica en fibra y vitaminas, y baja en grasas. Además, es importante mantener unos correctos hábitos de sueño y práctica deportiva habitual con el fin de controlar el estrés, ya que este disminuye las defensas inmunitarias.
- Eliminar el hábito de fumar. Es una de las principales medidas preventivas indicadas por los ginecólogos ante las mujeres infectadas, y una de las más efectivas, el tabaco perjudica las células epiteliales y como resultado el cérvix se muestra más sensible.
Tratamientos frente a lesiones precancerosas de cuello de útero
A pesar de estas recomendaciones, existen casos en los que el desarrollo de las lesiones del cuello exige medidas más contundentes. Para estas situaciones, los médicos son los responsables de elegir el tratamiento más adecuado en cada situación, y para ello tienen en cuenta diversos factores como el tipo y localización del tumor, tipo de células o el estado de salud de la mujer. Así, se pueden encontrar:
- Conización. Este tratamiento quirúrgico consiste en extirpar una parte del cuello uterino.
- Otros tratamientos quirúrgicos invasivos como criocirugía, cirugía láser o histerectomía (extirpación del útero total o parcialmente).
- Tratamientos a base de quimioterapia con cisplatino.
- Desarrollo de inmunoterapia y otros fármacos basados en la tecnología recombinante con el empleo de anticuerpos monoclonales.