Inicio Ginecoestética Posibles indicaciones de la Toxina botulínica en cuadros de vaginismo

Posibles indicaciones de la Toxina botulínica en cuadros de vaginismo

Dra. V. Martínez - Vaginismo

La Dra. Victoria Martínez Morón, presidenta de la Sociedad Española de Ginecología Estética, Regenerativa y Funcional (SEGERF) nos habla someramente sobre la toxina botulínica y el vaginismo tras el curso: “Usos de toxina botulínica en ginecología”, celebrado en la Clínica FEMM (Madrid), impartido por el Dr. Fernando Aznar y en el que ella misma colaboró:

El vaginismo consiste en la contracción involuntaria de los músculos del tercio externo de la vagina produciendo el cierre de la misma, haciéndose imposible la introducción de ningún objeto ni la penetración en el acto sexual por el dolor intenso que esto produce. Esta situación afecta en gran medida la calidad de vida de la paciente y es preciso proporcionar a estas pacientes un tratamiento específico.

Las pacientes, como ocurre con otros muchos problemas de la esfera genital, no suelen pedir ayuda ante estos problemas y por eso, desde nuestra Sociedad, insistimos en que los profesionales incluyan todo este tipo de preguntas en la anamnesis general para cualquier paciente, ya que el pudor o la vergüenza cultural hacen que se infradiagnostiquen muchas patologías.

El vaginismo básicamente se clasifica en:

Primario. Generalmente se produce en mujeres jóvenes. La mayoría de las veces tiene mucho que ver con educaciones restrictivas, violencia sexual previa, abusos sexuales en la infancia o problemas psicológicos de otra índole. Es imprescindible tener muy en cuenta el perfil de la paciente porque, en ocasiones, estos problemas que pudieran parecer de origen orgánico, tratados con psicoterapias intensivas de tipo sexológico, se pueden solucionar. Ni que decir tiene que la mejoría psicológica avanza más rápido si tenemos alguna terapia médica que minimice los síntomas.

Secundario. Se produce, principalmente, en pacientes de más edad que han tenido relaciones sexuales anteriormente sin problemas y que debido a alguna enfermedad, cirugía, infección severa, o incluso un síndrome genitourinario de la menopausia severo inician un dolor orgánico vulvar o vaginal, que puede terminar en un hipertono de la musculatura pélvica y en un paso posterior y, si no se pone remedio, pueden llegar a desarrollar un vaginismo. Muchas veces, esto conlleva el trastorno de la esfera psicológica de la paciente y da lugar a conductas de evitación de las relaciones sexuales, introspección y problemas de pareja.

Tratamiento

El tratamiento del vaginismo debe ser multidisciplinar y el uso de toxina botulínica sirve de apoyo a la psicoterapia o al tratamiento específico del problema, que ha ocasionado este vaginismo. Las terapias de relajación, fisioterapia, sexológica y la educación sexual no son a veces determinantes y conseguir una relajación de la musculatura de la manera que la produce la toxina, hace ganar confianza a la paciente y acelera la curación.

Es cierto que el uso de toxina botulínica en vaginismo está fuera de ficha técnica (off label), pero, por supuesto, está totalmente protocolizado y legalizado. Además, el médico debe estar acreditado, conocer la patología y el producto perfectamente, de ahí la importancia de estos cursos.

El procedimiento de infiltración con toxina se realiza bajo a anestesia local en crema o infiltraciones con lidocaína, aunque es muy tolerable, ya que se utilizan agujas muy finas. Se infiltra sobre la musculatura perineal y, a veces dependiendo del caso se alcanza el músculo obturador interno y el músculo puborrectal, dependiendo de las necesidades del caso clínico en concreto y de la severidad del vaginismo.

La toxina botulínica tiene una serie de características que debemos conocer, una de ellas es la gran capacidad de difusión. Tenemos que tener en cuenta la zona anatómica que estamos tratando y que a escasos centímetros de donde vamos a infiltrar está el esfínter anal externo, encargado de la continencia anal.  Un efecto colateral del bloqueo incidental del esfínter externo sería por lo tanto la incontinencia a gases o a heces, esta última muy excepcional. Por el mismo motivo y por relajación muscular podría observarse incontinencia urinaria, pero es más excepcional aún.

En ocasiones, el tratamiento, sobre todo en vaginismos secundario, puede ser efectivo durante mucho más tiempo de lo esperado. A pesar de que los efectos relajantes de la toxina suelen ser entre 3 y 4 meses, durante ese intervalo las pacientes aprenden a desbloquear la musculatura y, tanto es así, que pueden no necesitar otras sesiones de recuerdo.

Su efectividad y seguridad, según los trabajos publicados, es muy elevada. De uso ambulatorio y sin un preoperatorio complicado.

Por último y resumiendo mucho, debemos aconsejar a los profesionales que se formen en la técnica y que seleccionen muy bien a sus pacientes y que las asesoren informándolas bien de los pros y los contras.