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Diferentes tipos de láser para diversas patologías

Dr. Jorge E Gaviria - Ginecólogo estético
Dr. Jorge E Gaviria - Ginecólogo estético

“Lo que necesitamos de un láser ginecológico es que esté aprobado por la FDA y por la CE y sus manípulos tengan trabajos científicos que apoyen su tratamiento en la zona donde se vayan a utilizar”, indica el Dr. Jorge E. Gaviria, especialista en láser y vicepresidente segundo de SEGERF.

Además, el doctor explica: “El láser puede ser visto desde su modo quirúrgico, que es como comenzó en la ginecología estética, siendo un “arma” de bisturí. Con esta aplicación, se disminuía el tiempo de intervención, el sangrado y algunas otras complicaciones que se tienen con otros tipos de bisturí frío o de electricidad. Eso fue lo que puso de moda las cirugías estéticas de los genitales, como labioplastia o vaginoplastia, que permiten un rejuvenecimiento vaginal quirúrgico. Estos láseres pueden ser de contacto como los de diodo de 980 nanómetros o el láser de CO2 de 10.600 nanómetros. Estos láseres conducen la luz por fibra óptica o por un brazo articulado y al hacer contacto vaporizan el tejido”.

“En 2011”, continúa explicando el Dr. Gaviria, “empezamos a utilizar este mismo tipo de luz mediante el fraccionamiento. Un haz de gran tamaño que es fraccionado en diferentes puntos pequeños y pequeñas partículas que impactan sobre el tejido, de manera que tengamos tejido sano y vaporizado. De este modo, se puede reparar más rápido. Este láser de CO2 fraccionado comenzó a usarse en la mucosa vaginal porque es un epitelio estratificado, no refleja tanto la luz porque no tiene queratina y absorbe mucho más el agua. Eso hizo que pudiera tener muy buen impacto sobre la reparación del tejido vaginal.

En ese momento también se introduce el Erbio:YAG, que es un láser de 2940 nanómetros, que tiene muy buena absorción por el agua (14 veces más). Esto permite, mediante un pulso especial muy largo (compuesto de pulsos cortos fríos en secuencia de 6 pulsos, conocido como SMOOTH®), no dañar la superficie, sino propagar el calor a la dermis para generar los cambios. Así, estos láseres actúan dentro de la vagina, pudiendo tensar el colágeno existente. Se liberan proteínas de choque térmico (HSP57) que van a crear de nuevo colágeno y de esta manera podemos hacer neocolagénesis”, asegura el doctor.

Patologías a tratar

Sobre las diversas patologías que se pueden tratar, el Dr. Gaviria indica que “serán atrofias vaginales o vulvo vaginales con síntomas como el síndrome genitourinario de la menopausia. Además, podemos tratar el síndrome de hiperlaxitud vaginal, que es esa sensación de la paciente de que tiene la vagina amplia o de que realmente no tiene esa calidad sexual que tenía, bien sea por partos, edad, o pérdida de colágeno. Eso mismo puede llevar a la existencia de una hipermovilidad uretral y una pérdida del ángulo uretro-vesical posterior, que hace que existan fugas de orina cuando hay esfuerzos medianos o grandes a nivel intraabdominal como al estornudar, toser, hacer ejercicios o al tener relaciones sexuales. Podemos mejorar la continencia de la paciente mediante el reforzamiento de la cara anterior del suelo pélvico de la vagina y si depositamos un poco más de energía, se puede reparar mucho más y tratar de mejorar los prolapsos vaginales”.

Además, el doctor añade que “estos mismos láseres pueden ser utilizados para hacer cierto tipo de peeling (resurfacing) a nivel vulvar. Se crea una vaporización de la capa más superficial y así la piel se regenera y puede mejorar la hipermelanosis genital.

Para destruir melanina y trabajar la hiperpigmentación genital, tenemos otro tipo, el Neodimio:YAG de 1064 nm que se puede utilizar en pulsos muy cortos o en modo Q-Switched.

Podemos usar otro láser, como el Diodo de 1470 nm, para hacer lipoláser del monte de Venus. Hay muchas patologías que pueden ser abordadas con diferentes tipos de longitudes de onda. No todas sirven para todo, pero sí se pueden hacer ciertas aproximaciones terapéuticas, aunque no sean los láseres más específicos”.